Texto Un fama
tenía un reloj de pared y todas las semanas le daba
cuerda CON GRAN CUIDADO. Pasó un cronopio y al verlo
se puso a reír, fue a su casa e inventó el reloj-alcachofa
a alcaucil, que de una y otra manera puede y debe
decirse.
El reloj alcaucil de este
cronopio es un alcaucil de la gran especie, sujeto
por el tallo a un agujero de la pared. Las
innumerables hojas del alcaucil marcan la hora
presente y además todas las horas, de modo que el
cronopio no hace más que sacarle una hoja y ya sabe
una hora. Como las va sacando de izquierda a derecha,
siempre la hoja da la hora justa, y cada día el
cronopio empieza a sacar una nueva vuelta de hojas.
Al llegar al corazón el tiempo no puede ya medirse,
y en la infinita rosa violeta del centro el cronopio
encuentra un gran contento, entonces se la come con
aceite, vinagre y sal, y pone otro reloj en el
agujero.
Historias
de Cronopios y de Famas
Julio
Cortazar